Ella era simple y sencillamente preciosa, una cabellera larga en tonos dorados y miel, una piel dorada de envidia, con los ojos azules, una figura envidiable y un rostro angelical… pero había algo que no encajaba, tenía una mirada esquiva, su caminar era inseguro, su postura encorvada escondiendo su espectacular silueta y de su modo de hablar no podía esperarse mucho más; era por demás tímida, hablaba entrecortadamente, cabizbaja y había notar que no hubiera nada bueno que tuviera que decir… ¿podría esta descripción sonar conocida?... ¿es que acaso, no existe tanta gente que, a pesar de ser hermosa, de tener facciones o una figura envidiable se vuelve simplemente invisible ante los ojos de quien le mira, por el escaso atractivo de su personalidad?... por el contrario, ¿quién de nosotros no conoce a alguien que, sin ser la réplica terrenal de un dios griego o de una ninfa, su personalidad arrolladora hacen a más de uno estremecerse, embelesarse con su carisma o interesarse por todo aquello que tiene para exponer?...
Lo anterior nos demuestra una vez más la teoría de que todo, absolutamente todo, comunica y es que no basta con la belleza física para ser atractivo, si esta no va acompañada sinérgicamente con la expresión adecuada, ya que juntas conjugan la imagen que proyectamos a los demás; y que por el contrario, una imagen física cuidada, aunque no se acerque al más exquisito canon de belleza, puede aportar tanto de sí, que complementa excepcionalmente a una expresión positiva, para crear una personalidad y proyectar una imagen por demás atractiva y carismática.
Estudios del área de la comunicación e imagen, arrojan como resultado que, la imagen se integra por tres elementos principalmente: el lenguaje no verbal (formado por la imagen física, la expresión, los ademanes, la gesticulación, la postura, la mirada, etc.) es decir todo aquello que integra el componente visual; el tono de la voz (cómo se habla, con qué entonación, que timbre de voz poseemos, las pausas y acentuación; el volumen, etc.) que corresponde al componente auditivo y por último el mensaje propiamente dicho (es decir, lo que decimos propiamente) y que éste último, ocupa menos del 10% de la atención de nuestro interlocutor o del receptor de nuestro mensaje y por ende, en lo que proyectamos para él. Esto no significa de ninguna manera que no cuidemos las palabras que salen de nuestra boca o de nuestros pensamientos; pero sí significa que, debemos apoyar este discurso con las herramientas de imagen y expresión adecuadas, para que nuestro mensaje sea congruente y podamos conseguir el objetivo final del mismo; ya que una vez más se prueba que, una imagen vale más que mil palabras.
Ser una persona carismática depende por supuesto, de saber conjugar todos estos elementos con la mejor actitud y es, pese a lo que se cree, una conducta que puede y debe entrenarse; y no es meramente un don con el que algunos nacen y otros no. Los asesores de Imagen, somos, como profesionales del área de imagen (integrada tanto por la imagen física como por la expresión; áreas que trabajamos a través de diversas técnicas de entrenamiento y asesoría) los colaboradores idóneos para ayudarte a alcanzar tus metas para aprender a comunicarte más y mejor y con ello fortalecer también tu capacidad carismática y por ende, mejorar también tu imagen y tu actitud; provocando así tu desarrollo en lo profesional y personal, sin importar en qué espacio o tarea te desenvuelvas.
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